viernes, 26 de marzo de 2010

PITAS, PITAS, PITAS

Pitas, pitas, pitas, eso le oía decir a mi tía abuela cuando se acercaba, con el cubo lleno de pienso, a las gallinas que tenía en su campo. Se colocaba el asa del cubo en el brazo izquierdo, introducía la mano derecha en el mismo y con un arte impresionante, esparcía la comida a esos animales. Pitas, pitas, pitas, decía y por momento aparecían más y más gallinas con ese estilo torpe al andar y ansiosas por llegar a su manjar.

Esas mismas palabras son las que esta semana ha empleado la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. No, ella no estaba dando de comer a las gallinas. Ella las ha utilizado para insultar a los andaluces e insultar de forma muy especial a los jornaleros andaluces. El Gobierno de Zapatero ha previsto, que se reduzca el número de peonadas necesarias para acceder al subsidio agrario, frente a la pérdida de jornales que ha sufrido el campo andaluz, como consecuencia de los temporales que nos han azotado este invierno.

Sinceramente, ni me sorprende los insultos de la lideresa derechona, ni su falta de solidaridad con quienes menos tienen. Pero me sigue sorprendiendo la sangre fría que corre por las venas del líder del PP andaluz Javier Arenas, incapaz de defender a los andaluces. No es la primera vez. Ana Mato nos llamó analfabetos y Arenas no dijo nada. Rajoy dijo que la realidad nacional de nuestro Estatuto de Autonomía le sonaba a cachondeo y Arenas agachó la cabeza. Mayor Oreja dijo del Estatuto que afianzaba el islamismo y Arenas se puso al lado de su partido y no de los andaluces. Otros ex ministros del PP también han lanzado buena cantidad de improperios contra la gente de esta comunidad. Nunca hemos visto a Javier pedir una rectificación a su partido cuando se ha insultado a Andalucía.

Todos hemos experimentado la rabia que sientes en el cuerpo cuando injustamente atacan o insultan a uno de los tuyos, y como respondemos con orgullo y con pasión en defensa de quién ha sido atacado. Eso nunca lo ha experimentado Javier Arenas, o al menos nunca lo ha experimentado con Andalucía y los andaluces.

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