domingo, 25 de julio de 2010

VUELO MADRID-JEREZ

El panel de información de vuelos de Barajas decía que el avión Madrid-Jerez de las 21.20 horas embarcaba diez minutos antes de lo previsto. Así que me dirigí con rapidez al control de seguridad, de ahí a la puerta de embarque asignada, la K-83, los indicadores dicen que son diez minutos andando, pero creo que es menos. El aeropuerto de Barajas tiene mucho movimiento estos días, se ven muchas personas que inician o finalizan sus vacaciones, se notan en sus atuendos veraniegos y de sport, nada que ver con quienes acabamos de terminar un pleno en el Congreso.

Llego a la puerta K-83, pero no está el personal de tierra que debe encargarse del embarque. Según el panel, ya deberíamos subir al avión, pero esto no tiene pinta de que vaya a ser así. La semana ha sido a tope de trabajo, de ver propuestas de resolución y enmiendas. Llevo en la maleta para leer la Ley de Cajas, pero no me apetece. Así que me dirijo a una tienda de prensa del aeropuerto para comprarme un libro. Debe ser pequeño, para terminarlo durante el vuelo, ya que en casa estoy casi a punto de finalizar “El Palestino” y en Madrid he dejado a medias “La Sombra del Viento”. Me decido por uno de Kirmen Uribe titulado “Bilbao-Nueva York-Bilbao”. Empecé a leerlo mientras esperaba el embarque y continúe en a 6.000 pies de altura hasta que aterrizamos en Jerez. No lo acabé. Primero porque estuve hablando con otra diputada que viajaba a mi lado y luego porque una vez en el aire, el avión metió el turbo y no tardó ni 30 minutos en llegar a su destino. Así que hoy le he terminado.

Es una preciosidad de libro, del que disfrutas con cada palabra, con cada historia familiar, que el autor recrea a través de conocidos y que le permiten hacerse una idea de la personalidad de sus familiares. Como dice Kirmen Gracias a esas narraciones recordamos a quienes nos precedieron y nos hacemos una idea de cómo fueron. A cada cual se le adjudica un determinado papel en esas historias y conforme a esa interpretación pasa a ser parte de nuestra memoria”. Nos pasa a todos, sin haber conocido a muchos de nuestros antepasados, nos da la impresión de conocerles, de saber como eran, de tenerles caracterizados por algo que nos han contado. Lo importante es que permanezcan vivos en nuestros recuerdos, aunque nunca los hayamos conocido.

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