Ayer hice esta preciosa foto del sol poniéndose tras el Coto de Doñana. Sabía que hoy estaría en Madrid, que iba a cambiar el horizonte limpio por el mazacote de nube contaminante y la brisa del poniente por el calor plomizo que transmite el asfalto. Hoy me he acordado de ayer, de la paz y la tranquilidad que sentí al hacer la foto. Pero ahora cuando la contemplaba y veía las aguas del río Guadalquivir desembocando en el Atlántico, me ha venido a la mente, que un poco más al sur, en la zona de Barbate, el agua se ha cobrado la vida de ocho personas que anhelaban llegar a nuestras costas en busca de un futuro y una vida mejor y sin embargo tras el penoso y tortuoso viaje su patera ha naufragado. Esa es la parte más traumática de la inmigración y como ha dicho el Alcalde de Barbate, "no nos podemos acostumbrar a ello y verlo como una cosa normal". En nuestras aguas hay tragedias que no debemos olvidar y ante las cuales no podemos permanecer impasivos. Con cada tragedia de este tipo debemos reaccionar.
miércoles, 1 de julio de 2009
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