UNO DE SEPTIEMBRE.

Uno de septiembre, suena el despertador a las 5.45. Tengo que estar en el aeropuerto de Jerez a las 6.30 de la mañana. A diferencias de los días del mes de agosto, en el que sólo veía turistas en el avión, ayer me pude encontrar con personas de negocios, con compañeros diputados, como Miguel Arias que volvía a Madrid, tras las vacaciones y a familias que emprendían la vuelta a la rutina. Al llegar a Madrid y a pesar de que no han empezado los colegios, el volumen de tráfico también había aumentado con respecto al mes anterior y las obras sobre todo de la calle Serrano hicieron que no llegara al Congreso hasta las 9.15.

Ayer sabía que iba a ser un día duro, cada uno de mis compañeros de la dirección teníamos muy repartido el trabajo que teníamos que sacar adelante. Alguno lo hacíamos entre dos, otros individualmente, pero al final del día teníamos que tener todo concluido. Acudimos a Junta de Portavoces para fijar el orden del día de la sesión plenaria de la semana próxima. Repartimos las iniciativas entre los ponentes que lo van a coordinar. Reorganizamos las comisiones para adecuar a los diputados y diputadas que entran nuevos. Modificamos la ubicación en los escaños, para situar los últimos cambios de portavocías y presidencias de comisiones y elegimos el lugar que deben ocupar los diputados que han venido nuevo en los últimos meses para ponerlos con sus compañeros de provincia. Estos cambios tanto en las comisiones como en los escaños suponen un verdadero puzzle. Cuando toca hacer cambios de este tipo nos solemos encerrar en la sala Alfonso Perales, un lugar tranquilo con una mesa grande donde esparcir cómodamente los papeles y donde nadie nos interrumpe. Incluso a la hora de comer pedimos que nos llevaran unos sándwiches y unos refrescos. Entremedias atendí a representantes del sector del automóvil y alguna que otras llamadas. Otro dato que me hizo saber que ya no era agosto, fue las veces que sonó el teléfono y la cantidad de sms que recibí. “Te recuerdo que tenemos una reunión pendiente con Costas”, me ponía un Alcalde. “¿Me puedes decir cómo va la tramitación de tal ley que puede afectar a la jubilación de mi hermanos?”, me decía una compañera de partido. O una llamada de un portavoz municipal, que no pudimos terminar,” ¿Cuándo retomamos nuestras reuniones con Defensa?”. Y muchas, muchas llamadas que no pude atender y que he realizado en el día de hoy. La verdad es que si sacamos todo el trabajo adelante fue también gracias a la gentil ayuda y disposición de nuestras secretarias, "si los jefes no se van a comer, nosotras tampoco, nos apuntamos al sandwich, pero el trabajo hoy hay que terminarlo", nos dijeron.

Pero mientras que todo esto pasaba, justo a mi lado, mi portavoz Toño Alonso, hablaba y dialogaba con diferentes grupos parlamentarios. De vez en cuando nos cruzábamos en el pasillo, o nos veíamos en su despacho cuando tenía que comunicarle algo y me atendía con la mayor disponibilidad. Todo era tranquilidad y relajación, sin embargo estaba en una negociación muy importante, que ha sacado adelante. El portavoz del grupo parlamentario socialista del Congreso ha conseguido, en un día, llegar a un acuerdo con la mayoría de los grupos parlamentarios de la cámara baja, para ampliar con efecto retroactivo desde el 1 de enero, la ayuda de los 420 euros, a los parados que hayan perdido la prestación por desempleo y reúna las condiciones fijadas en el Decreto Ley fijado por el Gobierno. Como hoy ha dicho Toño Alonso, “se trata de una decisión de estricta justicia para las personas y familias que más lo necesitan”.

Ha llegado septiembre y con ellas las buenas negociaciones que se hacen en el Congreso entre la mayoría de grupos parlamentarios que empeñan su esfuerzo en alcanzar acuerdos positivos para la ciudadanía. Aunque el PP sigue igual en agosto que en septiembre.