Cuando el viernes pasado acabé mi semana de trabajo en Madrid, pensé que cuando llegara a la provincia no me movería de casa. La semana había sido dura. Junto a mis compañeros de la dirección del Grupo Parlamentario, Dani Fernández y Mariví Monteserín, me había pasado la semana encerrada en una sala mirando curriculums de los diputados y diputadas y los formularios que nos habían presentado sobre las Comisiones a las que querían pertenecer. También teníamos que asignar los cargos para las Mesas de dichas Comisiones y las distintas portavocías. Aunque parezca fácil, cuadrar eso nos llevó varios días desde la mañana a la noche. Hemos desayunado, comido y casi cenado en esa sala. Hemos intentando hacer ese reparto lo mejor posible, en conformidad con el portavoz José Antonio Alonso y el secretario general Ramón Jaúregui. Pero es verdad que no es grato, siempre hay alguien insatisfecho con el reparto y a nosotros también nos da pena dejar a algún compañero o compañera que, sin duda, merece una portavocía, sin ella. Pero son tantos los elementos que hay que tener en cuenta en ese reparto, que el resultado no puede ser plenamente satisfactorio.
Cuando el viernes tomé el avión a Jerez iba cansadísima, con dolor de vista y de cabeza. En mi tierra me esperaba un fuerte viento de levante. Lo normal es que ese viento acentúe el dolor, pero pasó todo lo contrario, fue llegar a Jerez y todo el cansancio se fue diluyendo. De quedarme en casa nada de nada, un almuerzo con mi pareja en mi restaurante favorito, un paseo por la Feria del Puerto con los compañeros del partido y una mañana en la playa con mi familia, hicieron posible que el cansancio de la semana quedara olvidado y me pusiera las pilas para afrontar la siguiente semana.
Cuando el viernes tomé el avión a Jerez iba cansadísima, con dolor de vista y de cabeza. En mi tierra me esperaba un fuerte viento de levante. Lo normal es que ese viento acentúe el dolor, pero pasó todo lo contrario, fue llegar a Jerez y todo el cansancio se fue diluyendo. De quedarme en casa nada de nada, un almuerzo con mi pareja en mi restaurante favorito, un paseo por la Feria del Puerto con los compañeros del partido y una mañana en la playa con mi familia, hicieron posible que el cansancio de la semana quedara olvidado y me pusiera las pilas para afrontar la siguiente semana.
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